LAS EMOCIONES
Son impulsos, son energía y emergen con un fin. Responden a un estímulo de la realidad, algo ha sucedido o está por suceder. Cuando acaban, algo ha cambiado porque nos guían en una acción necesaria. Funcionan como circuito. Duran poco y son eficaces porque la acción que le sigue resuelve algo del presente.
Sin embargo, existen una gama de emociones y sentimientos que se instalan, no cesan, a veces se van, pero aparecen regularmente bloqueando la interacción con las personas y situaciones de nuestro entorno. Solemos identificarlos como “estados emocionales” que lo impregnan todo y con frecuencia perdemos la claridad de cuándo y para qué surgen.
Suelen ser intensos y se manifiestan con fuerza. Se alimentan de pensamientos recurrentes o habituales. Pensamientos que evocan experiencias pasadas o de anticipación.
Las personas tenemos esa capacidad de evocar algo, recrear algo impactando en nuestro estado emocional y condicionando las acciones.
Estas emociones son totalmente ineficaces, porque no responden a un estímulo de la realidad o, al menos, lo que sucede no tiene proporción con el estado anímico que nos generan.
Si no los diferenciamos damos a esos impulsos un valor equivocado. Generan confusión. Nos parece que esto es lo que está sucediendo y tomamos decisiones a partir de estos impulsos.
Los estados emocionales que se instalan suelen tapar otra emoción que no estamos habituados a expresar. Por ejemplo, si para una niña estaba mal visto expresar la ira, “porque las niñas tienen que moderarse en sus expresiones”, aprendemos otra forma de expresarla, por ejemplo con el llanto. Es decir, podría expresar la tristeza pero no la fuerza de la ira. Entonces cuando lloramos podemos preguntarnos: ¿lloro por tristeza o de rabia e impotencia?
Estas emociones y sentimientos debilitan, alimentan la auto justificación y la inacción. Se expresan de manera dramática y exagerada. A través de estos sentimientos se pierde energía y tiempo. Estos estados emocionales impiden actuar y tomar buenas decisiones.
En Constelaciones familiares podemos abordar la conexión simbiótica emocional con alguien del pasado ancestral, o de la primera infancia, para salir de estas identificaciones y lograr expandir la conciencia para sanar.